En esta convención se reconoce la direccionalidad de la violencia que sufren las mujeres como producto de una organización social sexista que es resultado de relaciones de poder históricamente desiguales entre los hombres y las mujeres, además reconoce los diversos escenarios en los cuales se manifiesta y persiste este tipo de violencia, así como el reconocimiento de los diversos actores y perpetradores de esta violencia.